Bebés: alimentación artificial y salud bucodental

Hay muchas madres que deciden o bien no pueden lactar a sus hijos y el biberón suele ser el sustituto para alimentarlos.

Debemos utilizar el biberón como vehículo para la leche, los demás líquidos deben ofrecerse en tacitas.

Con el biberón el flujo de leche es más fácil y la mandíbula queda en una posición más atrasada. El biberón estimula un trabajo muscular pero de los músculos erróneos (los buccindores) y ello puede dar lugar al desarrollo de un paladar estrecho con la consiguiente falta de espacio para los dientes. Además, al tomar el biberón, el bebé no hace tanto esfuerzo muscular y  la lengua se mantiene en una posición baja, cambiando la forma de la mandíbula. En la medida de lo posible debemos intentar que la toma sea con el bebé en posición vertical en vez de horizontal para que la leche entre con más esfuerzo muscular y usar biberones con tetina anatómica y con orificio de salida pequeño.

La disminución del flujo salival en la noche, se traduce en una mayor retención de leche en la boca y una mayor oportunidad de que las bacterias utilicen la lactosa para desmineralizar el esmalte.Nunca se deben añadir azúcares o miel al biberón. Cuando aparece el primer diente de leche, el bebé debe empezar a combinar otros alimentos y  la alimentación nocturna debe empezar a disminuir, de no hacerlo, es muy importante realizar una limpieza bucal antes que el bebé se duerma. Alrededor de los 12 meses, el cuerpo está listo para pasar de un patrón alimenticio de succión a masticación y por eso se recomienda dejar el biberón progresivamente y pasar a la toma de líquidos en tacitas. Con la erupción de los primeros molares, alrededor de los 18 meses, se debe abandonar definitivamente el biberón.

La persistencia del biberón puede favorecer un patrón de succión infantil, con la consiguiente aparición de una deglución atípica y posteriores maloclusiones.